Aplazando el presente.
Va del fin de año, pero creo que ahora también encaja para la situación en la que estamos viviendo. Si no te apetece leer, te lo leo yo... “Año Nuevo, Año Viejo Este año me apunto al gimnasio (otra vez)… Este año voy a aprender inglés (una vez más)… Este año dejo de fumar (ya no te lo crees ni tú)… Es el momento de volver a las buenas intenciones, de recordarnos un año más las cosas pendientes que queremos hacer para mejorar… o de las cosas que queremos romper y para las que nunca encontramos el momento… Este año me separo, esta vez sí (y va a ser que no)… Este año dejo esa mierda de trabajo (y van)… Y así saltamos de un inicio de año a otro con la mochila cargada de cosas pendientes, una reflexión entre uvas, familia, cava y programas de televisión enlatados para una sociedad enlatada… La Nochevieja, esa noche nuestra con capa y escote en pantalla, con presentadoras garrulas de generosa pechuga, imposibles escotes, las uvas, los cuartos y la Puerta del Sol… La Nochevieja es un recordatorio de que has consumido trescientos sesenta y cinco días de vida y que muchas de las cosas que te propusiste la pasada Nochevieja para hacer este año que ya has consumido, siguen en la carpeta de “pendientes”... No sabes porqué, pero no lo hiciste… el día a día te empujó todo el año… entre la pereza, la prisa, el móvil y la falta de ánimo… los doce meses se esfumaron… ya no están. Ya no recuerdo cuando fue, creo que ni siquiera fue una Nochevieja… algo pasó un día en mi vida, o dentro de mi cabeza, o un duendecillo verde me lo susurró a la oreja… … algo pasó, algún susto, algún desastre, alguna grave enfermedad o quizá una pérdida irreparable que me hizo pensar… … y desde entonces, ya no espero a que el calendario, frío y cruel, colgado de su clavo en la pared de la cocina, blanca y alicatada… ya no espero que me diga que este año se me acaba. Desde entonces cada día (o casi) me hago las preguntas que en otro tiempo me hacía una sola vez al año… cada día (o casi) me pregunto si estoy donde quiero estar… si vivo como me gustaría vivir… si ando con quién quiero andar… Y cada día (o casi) me respondo a esas preguntas, y si algo no está donde me gustaría mi vida se convierte en Fin de Año aunque estemos en Abril, cualquier mañana puede ser uno de Enero para mí. Los seres queridos se van sin esperar a que acabe el año, sorpresa desagradable que marca en negro un día cualquiera del calendario… … los niños nacen sin tener en cuenta el día, la semana ni el mes, aparecen en tu vida cuando la vida los trae… … los huracanes no acostumbran a llegar el día uno de Enero… los terremotos, los desastres naturales, las guerras, las plagas… no aguardan al primer día del primer mes… Porqué nosotros sí? Cualquier día del año puede ser el último de nuestras vidas… porqué no puede ser también el primero? La vida no espera ni avisa a la hora de llevarte a la muerte… No esperes al primer día del año para cambiar tu vida! Esta Nochevieja vive la fiesta la juerga el cachondeo y la alegría… Pero, para tomar decisiones… para tomar decisiones usa todos los días. Las revoluciones tampoco esperan a un 1 de Enero… Pretendes ser tú con la tuya el primero?”
Albert Boira (Pensamientos Inservibles) 1961 – Les tendremos informados
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