El precio de la ignorancia: la DANA en Valencia expone la fragilidad de un país atrapado en bulos y desinformación
Libre FM - El culto a la ignorancia, publicado anteriormente en estas páginas, lanzó una advertencia que parece hacerse cada día más real. En nuestra sociedad, un peligroso fenómeno está en pleno auge: la glorificación de la ignorancia, el rechazo al conocimiento y el desprecio por el bien común. Los efectos de esta tendencia se han dejado ver con crudeza durante la reciente DANA en Valencia, donde, además del desastre natural, hemos sido testigos de otra tragedia social: una cultura que se alimenta de bulos y discursos de odio, muchos de ellos promovidos por grupos extremistas que aprovechan la confusión para dividir.
La DANA en Valencia es un recordatorio de que, en lugar de trabajar por una mejor preparación ante el cambio climático y las catástrofes naturales, amplios sectores de la sociedad han sido arrastrados hacia teorías conspirativas y desinformación. Grupos neonazis y afines han inundado las redes sociales con mensajes manipuladores, transformando la incertidumbre en odio y convirtiendo la tragedia en un arma ideológica. La desinformación ha borrado el espacio para la empatía, desacreditando a científicos y socorristas que intentan arrojar luz sobre las verdaderas causas de la tragedia y sus posibles soluciones.
Un país sin memoria ni empatía
En El culto a la ignorancia se reflexionaba sobre cómo la falta de memoria histórica nos hace tropezar una y otra vez con los mismos errores. España, tristemente, sigue siendo un país que olvida rápidamente las lecciones del pasado. La experiencia de la pandemia es un claro ejemplo de esto: si entonces se hablaba de "salir mejores", hoy parece que solo han salido mejor parados aquellos que supieron beneficiarse económicamente del desastre. En el caso de la DANA, los mismos que hoy hablan de "desastres evitables" son quienes han apoyado políticas que niegan el cambio climático y promueven el desmantelamiento de las protecciones ambientales.
La falta de empatía y memoria convierte el sufrimiento en espectáculo y la solidaridad en gestos simbólicos vacíos. En vez de un compromiso real, los mensajes de apoyo se diluyen en hashtags y en campañas de imagen. La verdadera responsabilidad se diluye entre promesas vacías, mientras el sistema educativo y cultural, cada vez más orientado hacia el mercado, produce ciudadanos incapaces de cuestionar el contexto o de pensar en el bien común a largo plazo.
La banalidad del mal en la era de los bulos
En un giro perverso, lo que antes era ignorancia se ha convertido en un auténtico culto a la desinformación. Los mismos individuos que predican empatía y solidaridad apoyan, al mismo tiempo, recortes en servicios públicos y votan contra políticas de sanidad y educación. Es el retrato de un país donde el egoísmo ha reemplazado al interés común y donde la crítica a los "políticos corruptos" se convierte en excusa para perpetuar el apoyo a quienes representan esos mismos intereses.
La tragedia de la DANA en Valencia no solo ha dejado destrucción en infraestructuras; ha sacado a la luz la incapacidad de nuestra sociedad para comprender el valor de la verdad y del bien común. En un momento en el que deberíamos unirnos para prevenir futuras catástrofes, vemos cómo se promueve el individualismo, mientras los discursos de odio y división ganan fuerza y espacio. En vez de buscar soluciones conjuntas, los bulos nos arrastran a debates insustanciales que distraen del verdadero problema y alimentan la ignorancia.
La condena de una sociedad atrapada en su propia oscuridad
Antonio Scurati, escritor italiano, reflejaba en su crítica a la victoria de la ultraderecha en Europa un sentimiento que ahora parece universal: "la humanidad camina con paso firme hacia la oscuridad". El final no vendrá de fuerzas externas, sino de algo más sencillo y peligroso: la puta estupidez. Esa estupidez que se manifiesta en los bulos de las redes, que trivializa horrores como el genocidio en Gaza, que relativiza el cambio climático y convierte el sufrimiento en un titular que mañana será olvidado.
Si no rompemos este ciclo de ignorancia y manipulación, nos dirigimos como sociedad hacia una distopía que ni Orwell ni Huxley lograron prever. No será la tecnología, ni el Estado, ni la violencia; será nuestro propio desprecio por el conocimiento y el bien común lo que nos llevará a ese final. La verdadera tragedia de la DANA no es solo la devastación que dejó, sino la pérdida de solidaridad y de confianza en el otro que nos impide construir algo mejor.
No hay comentarios