Aranceles: La peligrosa arma económica que puede volverse contra Estados Unidos
Aranceles: el arma de doble filo que todos creen saber manejar (hasta que les corta)
Ah, los aranceles, esa herramienta mágica que algunos líderes consideran su mejor carta para "ganar" guerras comerciales. Todo empieza con un anuncio grandilocuente, promesas de proteger empleos locales y, claro, una buena dosis de orgullo nacional. Pero aquí viene el truco: cuando subes la apuesta, no eres el único que tiene fichas en la mesa.
Tomemos el caso del bourbon de Kentucky, esa bebida tan americana como las hamburguesas y el béisbol. La industria del bourbon está sudando la gota gorda porque la Unión Europea (UE) amenaza con imponer aranceles del 50% a sus exportaciones, todo como respuesta a la guerra comercial que comenzó la administración Trump en 2018. Para quienes no recuerdan, Trump impuso aranceles del 25% al acero y 10% al aluminio europeo, alegando proteger a la industria local (una excusa que, por cierto, ha sido usada más de una vez en la historia). En respuesta, la UE decidió golpear donde duele: aplicó un 25% a productos icónicos estadounidenses como el whiskey, dejando un daño económico de cientos de millones de dólares en el camino.
Ahora, con la amenaza de que estos aranceles vuelvan y suban al 50%, la industria del bourbon está al borde del colapso emocional (y financiero). Según la Kentucky Distillers Association, entre 2018 y 2021, el sector perdió entre 580 y 600 millones de dólares en exportaciones. Y justo cuando estaban empezando a recuperarse, vuelven las sombras del proteccionismo. "Nos han atrapado en una guerra comercial que nada tiene que ver con el whiskey", dijo Eric Gregory, presidente de la Asociación.
México y su "manual del arancel vengativo"
¿Crees que solo Estados Unidos puede jugar a este juego? Pues no. México, uno de los principales socios comerciales de EE.UU., ha demostrado varias veces que sabe moverse en el tablero de las represalias económicas. Aquí van algunos ejemplos:
- 2010: Transporte transfronterizo. Estados Unidos decidió no cumplir con un acuerdo comercial que permitía a los camiones mexicanos operar en su territorio. ¿Resultado? México impuso aranceles a más de 90 productos estadounidenses, incluyendo frutas, carnes y productos manufacturados, logrando que EE.UU. retrocediera.
- 2018: Acero y aluminio. Ante los aranceles de Trump, México respondió con tarifas a productos como cerdo, manzanas y papas. ¿El objetivo? Golpear sectores clave en estados que apoyaban políticamente a Trump.
- Etiquetado de carne. En otra disputa, México impuso tarifas en represalia por reglas de etiquetado que consideró discriminatorias, obligando a Washington a modificar su legislación.
La Unión Europea: el gigante silencioso que también sabe responder
La Unión Europea, famosa por su diplomacia pausada, no se quedó de brazos cruzados cuando Estados Unidos decidió jugar rudo con los aranceles al acero y aluminio. ¿La respuesta? Un golpe quirúrgico a productos icónicos: vaqueros, motocicletas Harley-Davidson, tabaco y, por supuesto, el bourbon. Además, esto no se trata solo de orgullo herido. La UE busca compensar los daños financieros generados por las medidas estadounidenses, dejando claro que nadie tiene el monopolio de las amenazas económicas.
China: el titán del "ojo por ojo"
No podemos hablar de guerras comerciales sin mencionar a China, el verdadero maestro del "ojo por ojo". Durante la misma administración Trump, cuando EE.UU. impuso aranceles a cientos de productos chinos, Pekín respondió con tarifas que golpearon directamente a la agricultura estadounidense, un sector crucial para los votantes de Trump. La soja, uno de los principales productos de exportación de EE.UU., fue uno de los mayores afectados, dejando a miles de agricultores en una situación precaria.
Los riesgos de las amenazas económicas: un bumerán que siempre vuelve
Ahora bien, ¿cuál es la moraleja de esta historia? Los aranceles no son herramientas mágicas, sino armas de doble filo. Funcionan en un mundo donde cada acción tiene su reacción. Aunque pueden proteger ciertos sectores locales a corto plazo, suelen generar represalias que afectan a industrias enteras, empleos y, por supuesto, al consumidor promedio que paga más por productos importados.
Además, usar los aranceles como amenaza recurrente puede dañar seriamente la confianza de los aliados comerciales, obligándolos a buscar alternativas. Por ejemplo:
- China y la UE han comenzado a reforzar lazos comerciales para depender menos de EE.UU.
- Países como Brasil y Argentina han aumentado sus exportaciones agrícolas hacia mercados que antes eran dominados por EE.UU.
Un recordatorio para todos los líderes (y aspirantes a magos económicos)
El caso del bourbon, al igual que los de acero, soja o motocicletas, debería ser un recordatorio de que el comercio internacional no es un monólogo, sino un diálogo constante. Y si bien los aranceles pueden parecer una solución rápida, al final del día, suelen convertirse en un problema más grande del que intentaban resolver.
Así que, tal vez, en lugar de jugar con fuego y "hacer grande a América otra vez" a base de aranceles, sería mejor optar por fortalecer alianzas comerciales y buscar acuerdos que beneficien a todas las partes. Pero, claro, eso no suena tan emocionante en los discursos.
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