El dólar en la cuerda floja: incertidumbre y caos en los mercados globales
La gran desdolarización: el "dolor de cabeza" que Trump no vio venir
Pobre Donald Trump. Como si no tuviera suficientes problemas con Wall Street en crisis, el desempleo en alza y una economía que parece haber salido directamente de un manual de "Cómo fracasar en macroeconomía". Ahora se suma un nuevo y temido enemigo: la desdolarización.
China, con su inagotable habilidad para incomodar a la Casa Blanca, ha decidido que ya es hora de acelerar el proceso de librarse de dólares y, de paso, encender todas las alarmas en Washington. Porque claro, hasta ahora, los intentos de los BRICs por destronar al billete verde habían sido como esas dietas de "empiezo el lunes": mucho ruido y pocas nueces. Pero esta vez, según los analistas, podría ser diferente.
Y es que, mientras Trump sigue ocupado asegurando que Estados Unidos es el país más grande de la historia de la humanidad (seguramente con "pruebas irrefutables" de Twitter), China ha ido vendiendo deuda americana a un ritmo que haría sonrojar a cualquier inversionista con sentido común.
Los aliados también quieren su parte en la fiesta
Pero aquí viene lo realmente divertido: China podría no estar sola en esta cruzada. Otros viejos aliados de EE.UU. como Canadá, Japón y Europa podrían seguir el mismo camino. Porque, ¿qué mejor momento para cuestionar la hegemonía del dólar que con un presidente que parece decidido a volarle la cabeza a su propia economía?
Y es que Trump y su equipo de genios financieros tienen un plan magistral: debilitar el dólar para, supuestamente, hacer la economía estadounidense "más competitiva". Porque claro, nada dice "somos una superpotencia" como tener una moneda que inspira menos confianza que una criptomoneda lanzada por influencers.
El oro se viste de rey
Mientras todo esto sucede, el oro, ese activo al que solo recurrimos cuando el mundo se va al traste, está viviendo su mejor momento en décadas. En lo que va del año, su valor ha subido un 7%, un rendimiento que a la bolsa le tomaría todo un año conseguir en circunstancias normales. Y, sorpresa, sorpresa, el país que más está comprando oro es China.
Parece que Xi Jinping ha entendido algo que muchos inversionistas estadounidenses no: cuando el dólar tambalea, es mejor apostarle al metal precioso que a los discursos de "Estados Unidos siempre gana".
El golpe maestro de China
La estrategia de China es sencilla: si tienes en tus manos una cantidad obscena de dólares y crees que su valor se va a ir por el caño, lo lógico es venderlos antes de que pierdan más valor. Pero la jugada va más allá: al vender deuda estadounidense, Beijing también está debilitando la capacidad de EE.UU. para financiarse barato. Y eso, amigos, es un problema gordo.
Porque si el Tesoro estadounidense necesita dinero y los compradores de su deuda empiezan a escasear, la solución es sencilla: ofrecer tasas de interés más altas. ¿Y quién paga el precio? Exacto: los contribuyentes, a quienes les tocará financiar una deuda cada vez más cara.
El gran dilema: ¿el dólar está condenado?
Ahora bien, aunque muchos hablan de un apocalipsis financiero y de un dólar convertido en un triste recuerdo de lo que alguna vez fue, la verdad es que la moneda estadounidense sigue siendo la sangre del sistema financiero global.
Y aquí viene la ironía: mientras China vende su deuda estadounidense de forma "oficial", existen indicios bastante sólidos de que está comprando dólares a través de terceros países como Bélgica y Luxemburgo. Vamos, que Beijing está jugando al despiste y al mismo tiempo asegurándose de que su "ataque" al dólar no se le vuelva en contra.
En resumen, la desdolarización está en marcha, pero no es el golpe de gracia que muchos pregonan. Trump podrá seguir culpando a China de todo lo que salga mal en su gobierno, pero si el dólar está perdiendo su brillo, es porque su administración le ha dado una mano. Y mientras tanto, el oro sigue subiendo, Xi Jinping sigue comprando y nosotros seguimos viendo cómo la historia financiera mundial se reescribe ante nuestros ojos.
¡Saquen las palomitas!
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