Los reyes de España visitan Mauthausen en un gesto de memoria, dignidad y distancia política: un mensaje claro ante la deriva de la ultraderecha
Este fin de semana, los reyes de España han protagonizado una de las visitas más simbólicas y políticamente cargadas de los últimos tiempos. Felipe VI y la reina Letizia acudieron por primera vez como jefes de Estado al campo de concentración nazi de Mauthausen, en Austria, en el marco del 80º aniversario de su liberación. Un acto de homenaje a las víctimas del horror nazi, especialmente a los casi 7.000 republicanos españoles que fueron deportados allí entre 1940 y 1945, de los cuales más de 4.500 murieron.
El gesto no ha sido casual ni puramente institucional. Llega en un momento muy delicado en el tablero internacional, marcado por el conflicto en Gaza y las controvertidas posiciones de parte de la derecha y la ultraderecha española, que en los últimos meses han mostrado un apoyo sin fisuras al gobierno de Israel, incluso ante las reiteradas denuncias de violaciones de derechos humanos en la Franja. En medio de esa escalada retórica y polarización ideológica, la Casa Real ha optado por una ruta distinta: la de la memoria democrática, el respeto por los derechos humanos y el recuerdo del antifascismo.
Un homenaje sin precedentes
Es la primera vez que un jefe de Estado español visita Mauthausen. Allí, los reyes dejaron constancia de su homenaje por escrito:
"Participamos con respeto y emoción en el homenaje y sentido recuerdo a todas las víctimas aquí asesinadas o que sufrieron violencia y crueldad. De un modo especial, recordamos a los miles de españoles republicanos que lucharon contra el nazismo y por la libertad."
Durante la ceremonia, rodeados de banderas republicanas y pancartas antifascistas, los monarcas se mantuvieron firmes y respetuosos, sin mostrar incomodidad ni intentar alejarse de ese entorno simbólico. Una imagen que contrasta con la narrativa de ciertos sectores de la derecha española, que han intentado borrar o minimizar el papel del republicanismo español en la lucha contra el fascismo europeo.
"Nunca más", una advertencia al presente
Bajo el lema “Juntos por un ¡Nunca más!”, unas 2.500 personas de más de 30 países, entre ellas 250 españolas, participaron en el acto internacional. No fue solo una ceremonia de recuerdo: fue una declaración de principios. La visita a la cámara de gas, los hornos crematorios, y el encuentro con familiares de víctimas fue un acto de dignidad, pero también de posicionamiento claro frente a las derivas autoritarias que vuelven a resurgir.
Y aquí entra en juego la política actual: mientras partidos como VOX o determinados sectores del PP han endurecido su discurso en redes sociales —especialmente en la red X— defendiendo abiertamente las acciones de Israel en Gaza y minimizando los abusos contra civiles, los reyes han apostado por un mensaje completamente distinto. Uno que apela a la memoria, a la compasión, a la historia, y al antifascismo.
La monarquía se desmarca de la ultraderecha
Este acto ha servido, además, para marcar una distancia política y simbólica entre la Casa Real y los discursos más extremos. Sin menciones explícitas a la actualidad internacional, el entorno del homenaje hablaba por sí solo: banderas republicanas ondeando junto a los reyes, asociaciones antifascistas agradeciendo su presencia y víctimas del nazismo recordando que la memoria es un deber.
Mientras la derecha española se enreda en guerras culturales y mensajes agresivos en defensa de Israel a toda costa, el rey Felipe VI ha preferido hablar desde Mauthausen, donde la historia grita por sí sola.
Un acto para la historia… y para el presente
En una Europa donde crecen el negacionismo, el autoritarismo y los discursos de odio, esta visita no es solo una lección de historia: es una advertencia. Que el jefe del Estado español haya elegido estar del lado de los que lucharon contra el fascismo, y no de quienes hoy lo blanquean o lo reeditan bajo nuevas formas, es un mensaje que no puede pasarse por alto.
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